Jadeante venia llegando Pedro José con una noticia un tanto incomoda –primo me avisaron que el encargado del hato la golondrinas, dió aviso de que todos los ganaderos de la zona; tenemos que entregar el queso a una fundación del gobierno para que ellos lo vendan en una feria popular. -yo no creo primo que eso sea así, imagino de ser así el precio al querrán pagarnos –intervino Mariano mostrando su disgusto por la noticia. -¿pagarnos? –Preguntó Pedro José haciendo una mueca en la boca, y frunciendo el ceño –eso costos del gobierno no se les puede llamar ni precio. A la reunión se le agrega el viejo Genaro, un hombre de poca letra; muy golpeado por los años su doblada figura lo demostraba. Un hombre que a pesar de su vasta experiencia, parecía que su vejez había mermado su entusiasmo y su deseo de lucha. -¿cómo están los señores?-saluda apoyándose en su bastón brillante de araguaney. -estamos bien, gracias a Dios -responden a una voz -pase y siéntese. -dirán ustedes que soy bien safr
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