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Mostrando las entradas de mayo, 2023

DE ESTE LADO DEL MURO.

  DE ESTE LADO DEL MURO. Magda era una chica con sueños abarrotes acumulados en la canasta de su inocencia, con toda las ganas del mundo deseaba ser maestra, sus padres quienes eran profesores alarmados por la noticia de su hija le respondieron:  —¡Te vas a morir de hambre! Tienes que ser ingeniera hija para eso hemos ahorrado, para que tengas una carrera lucrativa. Magda estaba parada frente al muro del miedo, oyendo el eco constante de quienes se dicen los valientes y mentores de la sociedad, que nunca faltan en todos lados. En el trabajo,  en la familia, en los amigos. 《El éxito está del otro lado del muro del miedo》 Pero Magda esculcando entre unos libros viejos de la biblioteca de la familia, se encontró con el relato de un psicoterapeuta que describía los hallazgos de cada persona de este lado del muro y su valor. Y comenzó a meditar sobre las cosas reales y tangibles que tenía consigo de este lado del muro. Tenía una pasión por la enseñanza, tenía una visión fija de lo que estab

Poema lamento longevo.

  Lamento longevo. En la soledad fría de mis años ceniles, me pregunto cada cuanto me vienen los chispazos de la memoria ¿Que será de mi descendiente? ¿Qué le habré hecho para merecer el único saludo de su abandono? ¿Sería muy poca la lacena de amor que invertí en él desde el mismo día que lo abrace con mis pupilas y lo mire con la piel de mis brazos? Si hubiera podido congelar su sonrisa producto del idealismo del héroe que fui en su infancia. Vaya que el sentido de la vida para el hombre cambia según la curvatura de su edad, ayer era su héroe; hoy menos que un estorbo. No deseo morir aunque consiente soy de mis años de gracia, pero tengo sueños y eso vivifica más que la juventud. Por eso creo que aunque mi hijo cree que esta viviendo, me gustaría enseñarle que la vida no se termina con la muerte, ni se alimenta de que haceres o trabajo. Se alimenta de cosas tan simples como el soñar que el vendrá, con un paquete de chocolates que saben a su ternura, y una taza de café caliente endul

EL CAMINO DE LAS AGUAS.

  EL CAMINO DE LAS AGUAS. Anita y Maria Carite eran dos hermanas que vivían en una humilde casa de barro con techo ralo de palma, donde la lluvia se tornaba más copiosa dentro que afuera. El solar de aquella humilde casa limitaba con el de la mía, por las mañanas era casi fijo que se aparecieran cada una con un recipiente en mano, una botella vacía de refresco para la leche, llevaba Maria. Y Anita una totuma mal labrada rayada por debajo con el nombre de ambas, esa era para la mantequilla o parranda según dispusiera mi madre en la nevera. —¿Con que acompañaran eso? ¿con bollos o arepa?  Les preguntaba mi madre, ambas cruzaban esa mirada de complicidad que expresa: "no digas nada". Mi madre con toda intención les insistía en preguntar, asumiendo la respuesta, para así sacar de su lacena un paquete de harina o avena, no eramos ricos pero de mi abuela aprendió que el que da, nunca pasaría hambre. Anita respondía retorciéndose con una sonrisa penosa: —Ahorita vamos donde don Pab

MARTIN Y PICO E'PLATA

  Martín y Pico e'plata. En la hacienda las maravillas, existió un caballo alazan llamado pico e'plata. De andar torpe, era el último del atajo en las carreras, su diminuto tamaño le era motivo de burla ante sus hermanos, todos unos cementales que ostentaban de sus imponentes figuras.  —¿Eres un caballo o un piojo? —preguntaban sus hermanos en tono burlón. Martin Trapichero era un niño astuto con una inteligencia relancina, además un espíritu aventurero que no conseguí límite alguno en la sábana abierta. El y pico e'plata eran dos seres inseparables de almas indomables. Martin deseaba competir en las carreras sabatinas que hacían los mejores jinetes del pueblo, pero su pequeño caballo era lento, no tenia la madera para competir comentaban todos los obreros. Pero Martín Trapichero estaba dispuesto a acabar con la pena de que su montura fuera el hazme reír del hato. Según la leyenda que contaban los mayores, era que si algún jinete y su caballo lograran atravesar el paso de l

NIÑO RUBIO Y LA PIEDRA DE BARRABÁS

  Niño rubio y la piedra de Barrabás. A orilla del caudaloso río Orinoco, Cruz María desenredaba su aterraya para atrapar algunos pecesillos que le sirvieran de carnada. Sobre las calmadas aguas y la blanca arena se paseaba una calidad brisa de verano cabrutense, que trajo entre sus corrientes el llanto de un niño. —¡Ja! Esos son los encantos que creen que me van a llevar, pero están pelaos conmigo. Exclamó Cruz María preso de sus pensamientos supersticiosos que lo tenían viviendo en su mundo de misticismo e irrealidades, que para él común de la gente eran más que incomprensibles. Peleaba con toda avispa que se le cruzara en el camino, las maldecía: —Son las brujas de Camaguan que me persiguen, pero no han podido matarme. Aseguraba Cruz María en sus insultos delirantes, pero ese día de pesca la vida le regalaría un presente. El llanto provenía de un mechón de gamelote con las hojillas empolvadas y cortantes, el viejo pescador se fue siguiendo el llanto y abrió el mechón de paja en dos

EL ALGODÓN NO ES DE AZÚCAR

 EL ALGODÓN NO ES DE AZÚCAR. Inocencio Maestre era un joven nacido en el pequeño pueblo de Cabruta, a quien sus padres se lo llevaron a los escasos tres años de edad a la gran Caracas. Convertido en un adulto falto de madurez para su edad, viajó a visitar algunos parientes en el pequeño pueblo, nunca había salido de la ciudad de los techos rojos. Su vida había rondado en la burbuja capitalina, por esa razón desconocía la naturaleza de algunas cosa que en la ciudad eran desabridas o sintéticas, pescados enlatados, frutas congeladas y plantas artificiales para adornar interiores. Cierto domingo por la mañana, su abuelo lo llevó al sembradio de algodón, emocionado por degustar su paladar con la golosina que el conocía, tomó una de las motas y se la llevó a la boca, escupiendola de insofacto. —Que sabor tan raro tiene este algodón —dijo quitándose las peluzas de la lengua con los dedos. —Eso no se come —gruñó el abuelo. Atónito se quedó Inocencio Maestre, surgiendo en ese instante un confl