Malares y la estrella de Belén Un mango cayó sobre la cabeza de Malares, se había comido cuatro; pero el color amarillo dorado de esa fruta se veía tan, pero tan provocativa que recogió un puñado de piedras para tumbarla de su gajo. -¡Camilo Ernesto! Gritó su madre desde el viejo rancho de palmas, típico que si su madre lo llamaba por su nombre completo ya Malares sabía que había un inconveniente por arreglar. Corriendo como el viento se presenta para ponerse a la orden y así limar cualquier aspereza. -¿Dónde está el pabilo para amarrar las hallacas? Donde tú me lo hayas agarrado para hacer papagayos, no voy a hacer ninguna cena de navidad -dijo su madre con manos en la cintura y cara de pocos amigos. -Mami por lo más sagrado que tengo que eres tú, yo solo lo agarre para guardarlo; porque el gallo pinto lo tumbo de la mesa. Eso dijo Malares, lamentando que su plan se había frustrado. Martin su padre los había dejado a él y a su ma
Un sitio para deleitarse con la lectura, y envolverse en la poesía.