Votos de un
guardián protegido.
Tengo
mis votos de amor escritos en tinta de pasión refulgente, te prometo no
llamarte más con tu solo nombre; ahora te llamo como mía, como el árbol
llamaría sus raíces, como el ave llamaría sus alas, como llamaría el fuego el
azul de su flama. Te ofrezco mis manos
ásperas y cálidas; para así impulsarte cuando estés cansada, aquí está mi
hombro dispuesto a la carga. Te llamo sencilla como tu mirada, te llamo
valiente como son tus ganas, te llamo refugio porque eres morada llena de
silencio que calma las aguas. Voy a ser guardián mientras tenga alma, así
cuando caigas por la desventaja te pondré en mis brazos te diré palabras; que
vayan en lirios llenas de esperanza que espanten el miedo y traigan confianza,
te impregnen de fe porque Dios te ama. Seré de tu escudo que repela lanzas, que
quieran llenarte de angustia y nostalgia. Cada cuanto salgas a jugar en este
juego que el mundo nos llama, seré tu aguador, seré de tu barra, seré quien te
admira. Seré ese que dice ¡nada la desplaza! siempre iré a ti aunque tengas
fallas. No sé, si con esto bastara para ser quien te ama, ese que te ame y
encaje en tu alma, eso dímelo tu sin usar palabras.
¿Sabes
que aprendí desde tu llegada? Aprendí a palpar el amor con ansias, la templanza
tuya recogió mis lágrimas, aprendí a vivir sin desesperanza; fabricando nidos
de plumas sagradas, que espantan silencios huyendo a la nada. Eres flor sutil,
aroma de gracia, con fuerza letal ardida en constancia; fuerza de mujer que no
se retracta. Gráfica de impulso que come montañas, que labra caminos, que muele
murallas. Te llamaré fuerte; Pegaso sin alas, águila de oro, centauro en
batalla. No se ponga en duda tu fuerza gallarda, soy tu defensor y tú eres mi
guarda.
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