Soldado de
dos Batallas
Se fueron los dos a contarle al campo, de un secreto mudo
lleno de presagio; se ocultaba el sol estaba llorando. Sabia del amor cubierto
de espanto, el la amaba mucho ella y él
era su amado; jóvenes fructuosos futuro en los años, faltaría la tinta sin cansadas manos; para detallar momentos
amargos. De quienes se amaban uniendo sus manos, un velo de sombras rondaba su
espacio; el para la guerra se había preparado, no tenía salida no era un yerno
grato; para estar sin ella prefería el pecado de irse a la guerra y ser un
soldado, en una batalla sin ser voluntario. El padre furioso por ser
funcionario, lo obligó a enlistarse tomando en sus manos negro juramento, en
corazón manso. Ella por su lado entre risa y llanto, ante aquel morir de un
sueño truncado; gestaba en su entraña retoño sagrado, no hubo testigo de lo
confesado; con letras de miel en hojas de acapro, guardaron la fe junto al
entusiasmo.
Se marchó aquel joven penoso soldado, luchas de su espíritu las
iba peleando, trincheras de pena las iba cavando; plomos de martirio caían a su
lado. Por las negras noches en su rudo casco,
miraba esa foto de un amor sagrado; ella en su aposento dormida en mal trato, sentía
en sus mejillas besos; de un guerrero amado. Bala pendenciera, ¿Quién te habrá mandado?
Taladraste el pecho de un hombre confiado, de volver en paz y a seguir amando. Pero
el carmesí se unió con el fango, los
ojos furiosos por seguir peleando; cerraron su luz, ya no volverán a mirar el
campo, donde los secretos quedaron rondando. Ya que ni su dueña no pudo
contarlos, murió de un clamor triste y desolado; se fueron tres almas de un mundo
marcado, por la decisión de un hombre de sombras, receloso y fatuo.
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