DERRIBADO MAS NO DESTRUIDO
Vino la soledad, tocó mi puerta quiso entrar pero la
compañía llegó primero; vino la tristeza; pero me eché a reír porque quiso
saltar por la ventana, pero la felicidad observaba el jardín a través de ella.
Vino la rabia esa sí que estaba fúrica,
quiso colarse por el techo; pero ya la mansedumbre me estaba dando una
charla de cómo ser tolerante y saborear con dulzura la vida. Desde el portón el
desespero pegaba gritos para que le abriera, pero la esperanza me decía:
tranquilo déjalo que se desmaye gritando. Con una pesada figura la apatía en el
portón le pedía al desespero que bajara la voz, ella quería pedir permiso para
entrar. En voz baja la constancia me susurro al oído “ni se te ocurre abrirle
paso”
Todos los que tenían actitudes negativas, quisieron venir
a convertirme en un viejo molino de viento abatido y abandonado, pero Dios está
conmigo.
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