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TU SER EN MI


 Eres tu quien impulsa, el opaco motor que moviliza mi vida.¿Quien soy yo sin tu empuje? mi amada, sin la refrescante brisa de aliento, que trae a mi alma tu tan sola presencia.¿ Cual seria la gracia vista en mi por el padre creador, para entregarte en mi mano?. Envuelta en ese amor que me gráficas cada día con tus acciones, ¿que si te amo? seria un inicuo, sino lo hiciera. no amarte es como si hubiese venido a esta vida sin el mas mínimo sentido de existencia.

¿Quien soy yo para que me ames?¿quien eres tu para que yo te olvide?. ¿Cuantas promesas sin cumplirte? perdón. Eres vaso frágil en mis manos, que debo cuidar, acariciar, proteger y amar; has cuidado mas de mi que yo de ti. ¿Sera que tu fortaleza es mayor que la mía?. estoy a tu lado siento compañía, gracias por poner contenido en mi vida sin guía, gracias por tu ser amada esposa mía, gracias porque en ti no hay sombra sin día.

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POEMA: OLVIDAR AMANDO

LEER NUTRE LA MENTE OLVIDAR AMANDO. Asómate a la ventana de tus sentimientos, dime que ves; dime que no es cierto, que el sol del olvido alumbra tu pecho. Dime si me miras en tus pensamientos, dime si he llorado, o si estoy sonriendo; dime si mi rostro se está decayendo; quiero que me digas sin que sientas miedo, si la flor hermosa de promesa y sueños; se muere de frio, le llegó su tiempo. Si me ves tan solo, en tus pensamientos; quiero que me abraces que me des un beso; no serás culpable del triste momento. No fue desamor, no fueron los celos; déjame explicarte como yo lo entiendo. Factores extraños mermaron tu afecto, te hicieron cambiar tu anterior aspecto y, si alguien pregunta ¿Cómo eres por dentro? Cerraré mis ojos y diré sonriendo; en su corazón tiene un monumento, labrado en amor cubierto en silencio.

ELEUTERIO ENTRE AMORES Y CANCIONES

 ELEUTERIO ENTRE AMORES Y CANCIONES. En el lienzo partido sobre el horizonte de una tarde gris de junio, dibujaba Eleuterio Aponte con una melodía fandangosa y una letra satírica salpicada de romance, la figura de una mujer que le espantaba la melancolía entre el reposo de los algodonales. Rasgada la camisa por el jalonear de los espinos, al igual que el pantalón que ya había dejado los pedazos del ruedo en el rigor de la brega campesina. Estaba volviendo a tocar después de un mes de sequía creativa, abandonado por la musa, que al parecer se había marchado a otras pampas enamorada del viento barinés. El cuatro, su compañero de serenatas lo había perdido una noche de parranda, donde la euforia de los tragos le hizo perder la compostura al sentirse ofendido por un cantante, quien le alardeo ser un contrapunteador mediocre y sin estilo propio. Con el orgullo herido por la mancilla de aquella ofensa, fue víctima de una paliza y terminó con las estillas del cuatro en la cabeza. —Y era un c