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Mostrando las entradas de noviembre, 2023

La enfermedad del páramo.

LA ENFERMEDAD DEL PÁRAMO. La historia con la predilección de su función enseña que cada cierto tiempo una epidemia sacude la población, sacando de la humanidad dolor, pérdida, y los más precavidos aprenden después de lidiar con el asedio de las noticias que bombardean a cuenta gotas su paz a no tomar medidas que violen su libertad ni su cordura. También trae a flote el escepticismo de los que no creen que el agua moja o el fuego quema. En el pueblo de Chiguará una joya perdida de los paramos andinos, ocurrió la más extraña de las enfermedades comunitarias. No se transmitía por la respiración, la saliva o el sudor ni las heces. Era tan silenciosa, que no se podía notar manifestación alguna para cortar con la cadena de contagios debido a la ausencia de sígnos de alarma. Sin embargo había un síntoma y sólo se podían manifestar a través de las palabras, sería por eso que los más cerrados en el trato eran los más afectados.  Así era Maria Clarisa una joven que había aprendido a mirar solo

Repartidor de visitas.

  Repartidor de visitas. A los 17 años Sandra pensaba que el mundo se comía como pan y café con leche, abandonó la universidad para unirse a la sociedad juvenil del partido anarquista. En su círculo social el estudio era una manera opresiva y deshonrosa que sólo complacía a los viejos que les encantaba escribir con sus lápices el futuro de sus hijos. No le parecia que eso fuera ni siquiera un poco justo, no para una chica de espíritu libre como ella que aborrecía las normas de un hogar donde no escaseaba el amor.  Se encerraba en su habitación para alejarse de los sofocantes consejos de su madre, que casi siempre terminaban en un ruego enjugado con lágrimas. Tenía postes en las paredes, de rostros blancos con risa fantasmal y flecos en la frente, pintados sobre fondo negro. Se le podía pasar las siete vidas del gato de haberlas tenido, consumiendo contenido en las redes, frotando la pantalla una y otra vez tejiendo un hilo infinito del sin sentido de la vida. Al cumplir los 18 se miró

ELEUTERIO ENTRE AMORES Y CANCIONES

 ELEUTERIO ENTRE AMORES Y CANCIONES. En el lienzo partido sobre el horizonte de una tarde gris de junio, dibujaba Eleuterio Aponte con una melodía fandangosa y una letra satírica salpicada de romance, la figura de una mujer que le espantaba la melancolía entre el reposo de los algodonales. Rasgada la camisa por el jalonear de los espinos, al igual que el pantalón que ya había dejado los pedazos del ruedo en el rigor de la brega campesina. Estaba volviendo a tocar después de un mes de sequía creativa, abandonado por la musa, que al parecer se había marchado a otras pampas enamorada del viento barinés. El cuatro, su compañero de serenatas lo había perdido una noche de parranda, donde la euforia de los tragos le hizo perder la compostura al sentirse ofendido por un cantante, quien le alardeo ser un contrapunteador mediocre y sin estilo propio. Con el orgullo herido por la mancilla de aquella ofensa, fue víctima de una paliza y terminó con las estillas del cuatro en la cabeza. —Y era un c