En la plaza de la vida se juntaron los ánimos, el ánimo de reír, el ánimo de estar triste, el ánimo de levantarse, el ánimo de caer, el ánimo de emprender, el ánimo de no hacer, el ánimo de vivir y el ánimo de morir. Dijo el ánimo de reír: la vida es una sonrisa constante sobre lo negro sobre lo blanco, sobre lo dulce sobre lo amargo. ¿Imaginan la vida sin la risa? ¿Cuál sería la reacción al recibir un abrazo? ¿Cuál sería la respuesta al lograr una conquista? ¿Imaginan la vida sino hubiera risa?.
Con mirada turbia bañada en ceniza, el ánimo de estar triste suprimió a la risa: tu piensas que todo circunda en mera alegría; ¿pero que alegría hay si el mundo a diario se fractura en trizas?, dime la alegría que hay en la guerra, ese mundo infame en dónde los hombres mueren por soberbia. Dime la alegría que da la miseria, yo creo que es la misma que da la tragedia de ser tan hipócritas apoyando ideas de muertes ajenas. No veo el motivo de vivir alegre con tantos dilemas.
El ánimo de levantarse oyendo el problema, dijo: yo me he levantado entre risas y penas, creo que toda etapa siempre es pasajera; limpio mis rodillas sacudo la tierra, dejo rodar lágrimas son para lavar el dolor que aqueja y luego me rio, ¡ah! no era una gran prueba.
El ánimo de caer con mirada en tierra, dijo: para ser sincero yo siempre ante todo me quedo en silencio, no quiero seguir no encuentro el sentido de vivir luchando pa morir viviendo, porque se obtienen mil cosas, pero menos el tiempo. No tengo paciencia, yo no sé esperar; no quiero estar tirado en el suelo, tampoco seguir no se si estar muerto, aunque de morir ya ni ganas tengo. Si encontrara algo, para continuar con gusto lo haría pero sin luchar.
Con una idea nueva el ánimo de emprender dijo: yo lo siento, sino hay porque reír me dan un momento, vamos a inventar un gracioso cuento, luego sacaremos un problema incierto del mismo fragmento; así pasaremos de gozar la vida al triste momento que nos ingeniamos de ese mismo cuento.
El ánimo de no hacer perezoso y terco, dijo: hagan eso ustedes yo tengo tanto ocio que a veces ni pienso.
Ya faltaba el ánimo, silencioso y azariento que se come al mundo consumiendo al tiempo; ese que separa al vivo del muerto, vivos que aún viviendo parecen inertos. Abraza ilusiones macera los sueños, respira esperanza transpira misterios, saborea la vida sintiendo por dentro.
Para terminar un discurso negro, un último ánimo sonríe desde lejos. Dice no opinar el es riachuelo, que espera silente, paciente y sereno; a todos los ánimos llegar a su seno. Nunca se apresura, tampoco es de andar con un paso lento; dice que al final siempre se aparece deseado o desecho, todos los vivientes lo tienen presente se portan gallardos o tal vez con miedo. Para unos es símbolo de un nuevo comienzo, para otros el fin de todo lo incierto. Dice ser el ánimo de iguales en pleno, dónde lo existente es solo polvo y lienzo.
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