UNA HISTORIA JAMAS CONTADA. QUIERES SABER QUE PASA CON ANAMELIA? SIGUE ESTA HISTORIA HASTA EL FINAL.
ANAMELIA DESAPARECIDA.
Un día soleado
transcurría en la hermosa población de Tanubio, un lugar acogedor muy
tranquilo; el canto de pajaritos de diferentes especies adornada este amanecer
como todos los días. Las calles olían a ese pétrico característico de los
arbustos, causado por el fresco Roscio que había bañado durante toda la noche;
a la ferviente flora. Anamelia como cada día, salía en busca de la leche recién
ordeñada a la quesera de su abuelo el Sr Anastasio Montoya, patriarca de la
honorable familia de Anamelia, describir a esta hermosa chica es como sentarse
al alba en un risco del auyán tepuy y
pintarlo en un cuadro con el talento de Miguel Ángel, tenía una tés morena,
cabello negro con puntas que rozaban la terminación de su espalda baja. Mejillas
rosáceas ojos saltones y negros, y una sonrisa que inspiraba un saludo a quien
la veía en su camino. Montaba una bicicleta que le había obsequiado su padrino
don Argimiro, hombre de confianza de la familia; el cual profesaba su amor como
de padre para Anamelia y sus dos hermanos menores. Un perro fiel que siempre la
acompañaba, su amigo sultán no se apartaba de la sombra de su dueña ni un
momento, jadeante marchaba a su lado como si la competencia fuese un divertido
juego para el.
Tenía que recorrer una distancia de una media hora en su
bici, para llegar a la quesera de su abuelo; era divertido para ella. Esto lo hacía
en cada periodo de vacaciones; cuando regresaba de la ciudad donde vivía con
sus padres, pero cada tiempo de vacaciones viajaban hasta la casa de la
infancia de su madre. Es decir la casa montonera de don Anastasio; esa
carretera la conocía como la palma de su mano, la había recorrido en
oportunidades hasta caminando en el ocaso, era una vía tranquila de un pueblo
donde todos se conocían. Disfrutaba ese transitar desde que era una flor en
pubertad, y aun en sus 17 se deleitaba del olor a pasto húmedo, y el viento
fresco que acariciaba su cara como susurrándole “juguemos”.
Previo a los días de la llegada de Anamelia al poblado; la comunidad se había consternado porque una
de las hijas de doña Paola había desaparecido junto al rio; no se volvió a
saber de ella aún se buscaban sus rastros, la última vez que la vieron estaba
comprando en la bodega de Argimiro casi al oscurecer. Toda la sospecha cayo centrado
en un extraño comprador de ganado que visitó la zona en esa semana, y al día
siguiente de la desaparición se marchó muy de mañana.
El run, run del caucho sobre el asfalto hacia música en sus oídos,
un pedazo de vidrio de una botella fragmentada pinchó la rueda trasera de la
bici de Anamelia. Maniobro su volante para no caer, frenó con precisión y
detuvo su marcha; inspeccionó y en efecto había perdido todo el aire.
-Dios mío lo que me faltaba?
Expreso mientras paraba su bici en la palanca de apoyo.
Toma su teléfono para llamar, pero en estas zonas la señal
telefónica deja mucho que desear, al ver que no es una opción hacer una llamada
telefónica decide continuar la marcha caminando. Cuando se dispone oye entre el
pajonal unas pisadas que no concordaban con animal cuadrúpedo, nunca había sentido
en esa ruta que unas pisadas le erizaran la piel como si algo atemorizante se
acercara. CONTINUARA....
Ansiosa esperando la contaninuacion
ResponderBorrarYa está la segunda parte. Mil gracias por leerme. Saludos
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