SOSPECHO DE TI
Ese día amanecía turbio, sombrío en el inmenso cuartel Batalla de Coloso; el sargento Arias Pineda
hacia sus ejercicios de rutina. Comandando una cuadrilla de hombres marchando
al trote cantando sus particulares canciones; ya sabía cómo había comenzado su
día, de lo que no tenía ni la más remota idea era de que el resto del día, iba
a terminar quizás no con un… felices por
siempre. El sargento era un hombre de unos 1.80 cts., piel morena, ojos
resaltantes de su tez; eran color aceituna, ya había saboreado los rigores del
combate, siendo cabo primero su unidad de cazadores fue destruida en la selva
amazónica, por un grupo armado que los sorprendió en una oscura madrugada
destruyendo todo rastro de campamento alguno. Logró salvar su vida escapándose
en medio del humo y, sumergiéndose en
las caudalosas aguas del amazonas; dejándose arrastrar por la corriente llegó hasta unos
malabares y allí pasó un día y una noche, hasta ser rescatado por una unidad de
rescate.
Tenía una trilogía impresa en su corazón, Dios, su familia y
su patria. No había quien defendiera más el escudo y la bandera como Arias
Pineda; tampoco quien entonara con mayor ímpetu el himno nacional, con dignidad
y pecho de tanque. Se oía un rumor de que unos oficiales tenían un supuesto
plan de rebelión; pero para el veterano sargento era solo un rumor de pasillo; algo
peculiar en Arias era que gozaba de gran respeto y admiración en el cuartel;
era un líder muy empático con sus subordinados. Al terminar las labores físicas
de preparación diaria, le fue dado aviso de presentarse ante el comandante; el
teniente Salvatierra. Este por su lado era recién egresado de la academia, no
había sentido todavía lo que era sentir el rigor de estar asediado por el
enemigo. La orden que se le dio fue la de ir a mitigar un disturbio en la plaza
central; se sintió extrañado porque no era esta su área. No era un soldado para
mantener el orden público; pero como el
buen soldado no se ofrece y no se niega; sin la más mínima objeción
obedeció a la orden de su superior. Alistó su equipamiento, comunicó la
ordenanza a los hombres a su mando y se movilizaron hasta el lugar del
disturbio. Puesto a la orden del superior encargado de mitigar el disturbio, se
le fue ordenado cubrir la primera barricada para impedir la marcha de
manifestantes eufóricos que proferían toda palabra de maldición contra el
gobernador de la provincia. Cuyo líder a juicio de los manifestantes, había
dejado mucho que desear como administrador de las riquezas un pueblo.
El comandante de puesto, hizo una reunión con los
uniformados pero le solicitó a Arias no hacerse presente; ya que eran
instrucciones que para un soldado con su destreza no eran necesarias. Conformada la barrera humana, las cosas se
tornaron del gris al negro, los ánimos se caldearon la lluvia de gases
lacrimógenos se empezó a hacer presente. Detonaciones se dejaron escuchar desde
un edificio, muy cercano; con un movimiento coordinado y sin obedecer la voz de
Arias Pineda, quien les impulsaba a mantener la línea; todos los soldados en
bloque se movilizaron hacia atrás dejando a Arias sin la protección de los
escudos y, siendo un blanco fácil para quien haya estado en el edificio. Una
nueva detonación se sintió; proveniente del mismo lugar, esta vez pasó rasante
por el casco de Arias; un proyectil que pareció desviado por la mano de Dios
despojándolo del protector de cráneo. Envuelto
en el desesperante frio de la muerte, el sargento corrió taciturno a
resguardarse entre los escudos del escuadrón.
- - Estuvo muy cerca, casi que no la cuento.
Los manifestantes al escuchar las detonaciones, se
dispersaron huyeron para reguardar sus vidas como zorras a sus guaridas para
preparar una nueva embestida. Declinando el día el comandante le ordena a Arias
regresar a su comando, ya no era requerida su presencia en el lugar; desde la
llegada al cuartel lo único que pasaba por su mente era aquel proyectil, que
tan solo por unos milímetros menos, hubiera sido certero. Y como pieza de
rompecabezas ese abandono de sus compañeros, no era preciso lo que él les había
enseñado como preparador de combate. CONTINUARÁ
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