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Don Argimiro el Negro Capitan. Relato basado en una historia real

                                                        Don Argimiro el negro capitán.

Argimiro un hombre cargado de años, cuya única compañía es la soledad había vivido su vida entre fiestas y deleites. Pero vaya que Argimiro tenía un pasado marcado por sus malos actos, mi madre quien lo conocía desde hace mucho tiempo; me contó un día debajo de un árbol sombrío en el patio de la casa grande, el pasado de Argimiro. Mientras nos tomábamos un tinto café preparado por ella, me dio detalles de asesinatos que se le atribuían y al perecer eran ciertos, y a pesar de los años ella así lo seguía creyendo.

El primero que se le atribuye- me decía mientras soplaba con precisión la taza humeante- fue el de Francisco Arzola, un jugador de peleas de gallos quien estaba en una fiesta tradicional en un pueblo costero, y cuando decidió marcharse del lugar encendió el motor de su lancha, ya pasada la una de la mañana y además pasado de tragos. Dicen los que estaban en la orilla que de manera casi inmediata Argimiro puso en marcha también su motor; llevaba en su compañía a un menor  de 17 años que se lo habían encomendado para llevarlo a casa de sus padres, cosa que no sería extraña porque la gente le tenía confianza al negro capitán de barco. Le conocían así por su oficio, y no era un hombre conocido por ser violento; habiendo recorrido unas 4 millas alcanzo la lancha de Francisco, a quien embistió de manera precisa a la mitad de su lancha impactando en ella y por efectos del golpe el gallero salió como proyectil impactando contra la popa de la pequeña embarcación, al momento Argimiro la abordó llevando un remo de madera bastante pesado. Aprovechando que Francisco aun aturdido no había podido ponerse en pie, arremetiendo contra la humanidad del indefenso hombre hasta dejarlo ensangrentado sin aliento. Tomo el cuerpo como un saco de papas, lo trajo a su embarcación y busco la orilla del rio; en un playón abrió un hueco con el mismo remo en la arena enterró allí el cuerpo. Esto lo conto el muchacho a su padre cuando llego a su casa, el cual su familia lo mando lejos para la ciudad por temor de su vida y hasta hoy no se sabe más de él.

¡Vaya! le dije a mi madre, no creía eso de un anciano como Argimiro- me dijo- no sé si recuerdas aquel hombre que apareció muerto en el monte cerca de la gallera de don Parra?- claro que lo recuerdo, yo estaba pequeño pero si recuerdo- ese también se lo atribuyen a él, pues dicen los que estaban en la gallera que Argimiro se ofreció a llevarlo en su vieja camioneta, porque el muchacho había ganado mucha plata en las apuestas estaba muy tomado y no quería manejar su motocicleta. Al amanecer del día siguiente unos transeúntes lo encontraron a la orilla del camino en un matorral con marcas de llanta sobre su abdomen piernas y cabezas, con muestras visibles de exposición de vísceras y de masa cerebral. Lo más extraño en que en los dos casos ni un testigo ha dicho que tuvo discusión con estos hombres.

Mi madre se quedó con la mirada fija en la nada, mientras a mí se me hacia la piel de gallina; pues me parecía oír una película de suspenso donde el personaje misterioso es un anciano inofensivo. Le pregunte a mi madre una duda que de seguro cualquiera se la hace ¿Por qué no está preso? A lo que me respondió encogiendo los hombros- tal vez por la falta de cuerpos judiciales hijo, esto era un pueblo sin ley, sé que en dos oportunidades lo vi hacer cosas que me llenaron de escalofrío; la primera fue que venía pasando por aquí por frente de esta casa, venia montando una yegua colorada muy bonita, y como la yegua se le resistió en el camino saco un puñal que tenía en la cintura y le propino una puñalada al animal en el cuello, eso me asombro tanto que cerré la puerta de un tirón; temblando eso, me impresionó tanto porque nunca había visto tal comportamiento en él, pero la segunda me impresionó más cuando tu papá vendía licor pasó por acá con un sr colombiano que estaba recién llegado. Compraron una botella y Argimiro le insistió que se fuesen por un camino abandonado que ya nadie transitaba, se fueron por ese camino y más nadie volvió a ver a ese sr desde ese día.

No pude terminar de tomarme el café, le dije a mi madre me cuesta creer todo eso, sino viniera de usted lo pondría en duda- ella se sonrió sin decir palabra- continúe recordando la vez que hospedé a Argimiro en mi casa porque ya que yo vivía en la ciudad, él enfermó y necesito tratarse con un médico  especialista. Mi mente empezó a hacerse un sinfín de escenarios que hubiera pasado si  una de esas historias que tal  parece lo apuntan a él como el autor se hubiera repetido en mi casa, eso me quitó las ganas de disfrutar del delicioso café. Ahora cada vez que paso por la casa del viejo Argimiro y lo veo en su desdicha y soledad, padeciendo de un cruel cáncer que lo agobia desde hace algún tiempo, y como consecuencia ha perdido hasta la voz. Y me pregunto ¿será cierto todo ese realismo que la gente afirma sobre él? y más intrigante aun ¿Por qué lo hizo? 

 

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